La industria de la música ha sido una de las más afectadas por el cambio de paradigma que ha supuesto internet.
Aunque no son una novedad, en los últimos 20 años los festivales musicales han proliferado. Pero no se trata solo de espectáculos en directo únicamente mediante festivales, sino que la música en vivo ha crecido un 24% en el año 2018, lo que han supuesto 333 millones de euros, según se reporta en el Anuario de la Música en Vivo 2019 (siempre con datos del año anterior).
Festivales musicales y su evolución
A principios de la década de los 2000, los festivales más importantes eran Rock in Rio, Primavera Sound, Sónar, FIB, BBK Live o Festimad. En 2010, el Rototom Sunsplash se trasladó de Italia a la playa valenciana. La ministra de Cultura de Jamaica declaró, en el evento de inauguración, que quizá España sería el paraíso de los festivales. Esta reflexión no quedó muy lejos de la realidad.
No obstante, ante la gran proliferación de festivales musicales que hubo durante esos años, a día de hoy, solo han sobrevivido los que tenían una estructura más sólida y un planteamiento bien pensado.
Según el anuario, todos los promotores buscan reunir cinco ingredientes esenciales con los que esperan que sus respectivos proyectos no se hundan con el paso de los años. Es relativamente fácil montar un festival, lo complicado es mantenerlo en el tiempo y tener un público fiel. Estos cinco ingredientes del éxito de un festival son: historia, público, recinto, apoyo institucional y, por supuesto, un buen cartel.
Hasta 2012, parecería que crear un festival en España era lo más recomendable. No había regulaciones tan estrictas como en otros países con respecto a los ruidos o las acampadas y el buen clima acompañaba. No obstante, en ese año el IVA cultural pasó de un 8% a un 21%, lo que afectó a muchos proyectos culturales en plena expansión y crecimiento.
La crisis actuó como una especie de selección natural e hizo que solo los festivales mejor planteados, y/o con subvención por parte de gobiernos, sobrevivieran al varapalo.
2016 fue un año de grandes contrastes para los festivales españoles. Mientras que nueve de ellos caían irremediablemente en el olvido, el Arenal Sound tenía problemas con la administración para ubicarse en la playa que acostumbraba y el Marenostrum se suspendía cinco días antes de que se celebrase el primer concierto. En Madrid aparecían el Mad Cool, Utopía y GetMad. El Rototom Sunsplash hacía que la ocupación hotelera rozase el 100% y, en Barcelona, el Primavera Sound y el Sónar registraban cifras récord.
Apunta el Anuario de la Música en Vivo 2019, que la función principal de los promotores, hasta el momento, había sido gestiones de actuaciones de artistas, trabajos administrativos, conseguir salas o lugares para poder organizar estos eventos masivos, entre otros. No obstante, a día de hoy los festivales que ya están consolidados deben centrarse en el público, en ofrecer mejores servicios y diferenciados con respecto a los de los demás.
La gestión de un festival musical
Al contrario de lo que se pueda pensar, la gestión de un festival no es igual a la gestión de un único concierto. Primero, por lo obvio, no se habla con un solo artista, sino que es necesaria una lista de cantantes y grupos contundentes que tengan cierto público y atraigan a las personas. Por otro lado, aunque lo primordial sigue siendo la música, en la mayoría de festivales existen otro tipo de actividades. Por ejemplo, en el Dcode (celebrado en uno de los campus de la Complutense en Madrid) hay un día con actividades dedicadas únicamente a los más pequeños, en el Mad Cool hay una noria (estilo Coachella) desde la que poder ver todo el festival y parte de la ciudad, el Sónar tiene un área VIP que ofrece platos de alta cocina y así podríamos seguir enumerando actividades que no están estrictamente relacionadas con la música.
En un festival musical se crea un espacio en el que disfrutar del ambiente, ya que, como pasa un poco con todo, el público es la verdadera alma y el que permite la supervivencia año tras año.
Ya incluso se ha acuñado la expresión “turismo musical” para hacer referencia a las masas de personas que se mueven en verano solo en función de la localización del evento que reúna a sus artistas favoritos. Además de disfrutar de la música, en el BBK Live, los que se atreven a bajar de la montaña en la que se sitúa, pueden ir a Bilbao y acceder con entrada reducida al Museo Guggenheim.
Los festivales en España y sus números
El Top 10 de festivales en el año 2018 estuvo repartido entre las comunidades de Andalucía, Madrid, Canarias y Cataluña, siendo esta última la que aglutina más espectáculos en la lista. Con más de 121.000 espectadores y 43 conciertos, el Starlite Marbella ocupa el primer puesto, seguido de cerca por Concert Music Festival, también andaluz, y el Mar Adentro canario en la tercera plaza.
Fuente: Anuario de la Música en Vivo 2019
Sin embargo, si hablamos de macrofestivales muchos podrán adivinar cuáles son los primeros que figuran en el top por afluencia de público. La Comunidad Valenciana desbanca a Andalucía introduciendo en los dos primeros puestos al Arenal Sound, con 300 000 espectadores y 98 conciertos, y al Medusa Sunbeach Festival, con los mismos espectadores y 159 conciertos.
En el número tres se encuentra el Mad Cool, con unas 240 000 personas y 143 shows en vivo. En tan solo cuatro años, la capital ha conseguido que este evento sea uno de los más esperados del año, cuidando especialmente el cartel y aunando disciplinas como la moda, el turismo, la gastronomía y, por supuesto, la música. Tras este, están reconocidos nombres como el Viña Rock, Primavera Sound, Rototom, FIB, Dreambeach, Sónar o BBK Live.
Fuente: Anuario de la Música en Vivo 2019
Un ejemplo claro de cómo han ido evolucionando estos macrofestivales durante los últimos 20 años es el Sónar, celebrado en Barcelona. Este evento fue creado en el año 1994 y en 2020 cumplirá las 26 ediciones.
Según datos del primer Anuario de la música en Vivo en 2010, en el 2000 el festival contó con más de 53.000 espectadores y 356 medios acreditados. En 2009, la cifra de público subía hasta los 74.000 y la prensa a 614 acreditaciones.
Nueve años después, en 2018, además de seguir manteniéndose, el Sónar recibió a más de 126.000 personas y contó con la participación de 5 900 profesionales acreditados de 61 países diferentes.
Este caso específico, puede extrapolarse al conjunto de los festivales, a cómo, los que han sabido hacerlo, han conseguido no solo perdurar en el tiempo y sobrevivir a las crisis, sino asegurarse la fidelidad del público.
Información de interés:
Anuario Música en Vivo 2019 (Asociación de Promotores Musicales)
Artículo de Silvia Panadero para el Blog del Máster en Music Management